La mayor expresión de alegría, la mejor muestra de agrado, entusiasmo; vida… Pasar de una sonrisa a la risa y de la risa a un sinfín de carcajadas. Pero para reírse hay que estar abierto, receptivo, dispuesto. Si no tienes ganas de reír, nadie lo hará por ti.
“En nada se manifiesta más una personalidad
que en aquello de lo que se ríe”, Goethe.
Y tú, ¿de qué te ríes? ¿Te ríes?
La sonrisa, innata desde que nacemos, evoluciona de un comportamiento físico a una conducta emocional y poco a poco se convierte en expresión de la propia personalidad.
Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa. Algo que ha sido demostrado científicamente. La risa rejuvenece, proporciona vitalidad, energía incluso alivia el dolor. Hacemos ejercicio moviendo multitud de músculos imposibles de trabajar en el gimnasio. Aunque, tal vez, lo más curioso de la risa, es que esta se localiza en la zona prefrontal de la corteza cerebral, donde reside la creatividad.
Poco a poco y sin darnos cuenta, a medida que crecemos, maduramos y ganamos responsabilidades, vamos perdiendo espontaneidad y, con ello, la capacidad de dejarnos llevar, tentar y embaucar por la risa olvidando el lado positivo y cómico de las cosas.
Cuidar a nuestro niño interior, jugar, bromear, y dotar nuestro día a día de momentos que nos permitan liberar tensiones, relajarnos y disfrutar. Ser adultos que tienen ganas de reírse, ¿verdad?
El sentido del humor es, en general, un indicativo de inteligencia y creatividad que implica cierto grado de autocrítica o capacidad para reírse de uno mismo. Pero este tipo de humor supone gozar de una virtud tan importante como la humildad y una saneada autoestima que te permita poder bromear sobre tus defectos, meteduras de pata y rutinas con desparpajo, dotándolas de comicidad e incluso añadiendo ingredientes adicionales que las exageren hasta reducirlas al absurdo sin sentirte mal. La autocrítica no necesariamente significa degradarse o humillarse. Por ello, existen talleres de Risoterapia donde las personas aprenden a reír. Saber reírse de un mismo es todo un arte que más que dominar, hay que recordar continuamente y aprender a disfrutar para contar con una buena salud y ganar en calidad de vida. La risa crea, une. Estabiliza, fortalece y calma. Reír no solo nos libera, sino que sanea el vínculo que mantenemos con nosotros mismos e intensifica el existente con los demás, contribuye a relativizar los problemas y a fomentar los pensamientos y actitudes positivas. Así que estiremos la sonrisa, ejercitemos la risa y entrenémonos a base de carcajadas.
“Ríete de lo absurdo. Ríete de ti mismo. Ríete con quien se ríe. Ríete de lo que te dé la real gana. Ríete a solas o con quién te plazca. Luce tu sentido del humor, tus mejores galas. Y es que en cuanto a reír se refiere, es la mejor terapia”.
Imagen, Entre risas.
© Dácil Rodríguez
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