Allí estaba su cielo

Sostenía entre las manos una taza humeante que desprendía olor a café. Sus profundos ojos atravesaban obsesivos el cristal de la ventana. Pensó en Karl Dönitz y en los submarinos. En el kirigami y el origami; en los barcos de papel. En la luz de las farolas. En el tubo de rayos catódicos y su cañón de electrones…, en Tritón y el cinturón de Kuiper…

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Escribiendo

Traicionar-se

Traicionarse implica quebrantar el único contrato válido: el que tenemos para y con nosotros. Ese que nos dicta el alma, el que nos impulsa a crecer, a mejorar e incluso a transitar sendas aparentemente imposibles. Ese empuje que sentimos y que nos obliga a arriesgar, a superarnos, a enfrentar los miedos, a ser valientes y a convertir nuestros sueños en realidad. ¡Y a la mierda todo lo demás incluso el qué dirán!

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